Editorial: El congelamiento de precios de los combustibles para menguar el impacto que tienen en nuestro país las convulsiones que sufre el mercado petrolero internacional, era necesario.

Debió ser puesto en vigencia desde hace varias semanas, antes de que el costo de los refinados del petróleo rompiese una barrera histórica y que su peso provocara una fractura en la capacidad adquisitiva de la población.

En HRN, La Voz de Honduras, hemos insistido -a través de nuestra opinión editorial- en que el llamado “Gobierno Popular” debe trazar una ruta crítica en respuesta a la coyuntura actual, condicionada por un estancamiento económico y una creciente inflación.

En esta emisora, ligada al corazón del pueblo hondureño, hemos planteado la necesidad de que, desde las esferas del poder, se tomen las previsiones en tiempo oportuno frente a la eventualidad económica que sacude no sólo a Honduras, sino al mundo entero.

En HRN nos pronunciamos, en su oportunidad, por que el Gobierno de la presidente Xiomara Castro hiciera propio un plan de contingencia que incluyera la disminución de los impuestos a los derivados del petróleo, la ejecución de medidas de ahorro, importación de refinados de mercados alternos y otras iniciativas que en otros países se tomaron de manera pertinente.

De 8 a 10 lempiras será el ahorro por congelamiento de precio de gasolina y de diésel

Hay que señalar que las autoridades de nuestro país han reaccionado muy lentamente y actuado sobre la marcha, sin una línea estratégica que nos indique cómo será manejada la crisis petrolera.

Aprobamos que se haya fijado un precio máximo para algunos de los derivados del petróleo. En cuatro semanas en las que el precio de los carburantes no va a experimentar variaciones, tendremos un alivio dado por una presumible estabilidad en el costo de bienes y servicios.

Sin embargo, faltaríamos a la verdad si dijéramos que el congelamiento del precio de la gasolina regular y del diésel es la alternativa que nos va a permitir sobrevivir en medio de esta vorágine energética de consecuencias impredecibles.

Es una medida de corto plazo y la opción inmediata de la que el Gobierno podía aferrarse, a la espera que pase la tempestad o que ésta disminuya su fuerza.

El encarecimiento sin freno de los derivados del petróleo, nos ha conducido a un terreno peligroso de desaceleración económica, espiral inflacionaria y desmejoramiento de las condiciones sociales de los grupos marginados.

La estabilidad ficticia en el costo de los combustibles, que se reflejará en el ahorro de unos ocho lempiras en un mes, nos da un respiro, pero quedamos a la expectativa de que, pasado el tiempo de tregua, no explosione una descomunal subida en el precio de los carburantes que luego genere una situación peor.  

El congelamiento es una medida conveniente, mas no suficiente. Sigue siendo una urgencia el diseño de una estrategia de contención de la crisis, cuya duración, impacto y repercusiones, aún son insospechadas.

Fundación 15 de Septiembre pide solución a crisis en los consulados hondureños en EE. UU.