Los daños causados por las tormentas Iota y Eta son mayores. Los meteoros que desataron su fuerza sobre territorio nacional, han causado la pérdida de varias decenas de preciosas vidas y una grande destrucción de la infraestructura y nuestro aparato productivo.

Las estimaciones más modestas señalan que los dos fenómenos naturales han generado pérdidas por 10 mil millones de dólares, una cifra que podría incrementarse conforme avancen las evaluaciones que ahora mismo se realizan con el concurso de organismos externos e instituciones multilaterales.

Lo que nos toca ahora es asumir de una manera integral el reto de la reconstrucción y transformación de Honduras, que es una tarea que quedó inconclusa en oportunidad del paso arrasador del huracán Mitch, hace más de veinte años.

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En ese entonces fue elaborado un Plan Maestro de Reconstrucción y conformado un Consejo Consultivo que perseguía el cometido de modernizar la economía para alcanzar un desarrollo sostenible sobre la base de una democracia robustecida y de la justicia social.

El Gobierno ha anunciado que ya está en marcha la elaboración de una hoja de ruta con actores importantes, con fines de la rehabilitación y reconstrucción de Honduras.

Es un buen punto de partida. Porque el desafío en la coyuntura actual, cuando el país sufre las secuelas de Iota y de Eta, -sin olvidar la emergencia epidemiológica-  no está simplemente en promover foros, diálogos o en la instalación de mesas multidisciplinarias. No basta con la formulación de planes y proyectos.

Lo prioritario es que volvamos a las raíces de un proyecto de nación y se dé vigencia a una visión de país. Se trata de un esfuerzo que tendría que estar alimentado por un compromiso férreo y sostenido de hacer viable la recuperación de Honduras con la inclusión de todos los sectores, sin sectarismos ni intereses particulares.

Las desgracias siempre traen consigo oportunidades. Y las adversas condiciones en que nos debatimos los hondureños -golpeados por la plaga covid y por los efectos de los ciclones Iota y Eta- son un tiempo marcado para la transformación.

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Tenemos que surgir de las ruinas, abrir espacios para enrumbar al país hacia mejores derroteros; de lo contrario, estaremos siempre sumidos en el fango, en el retraso y vamos a terminar arrastrados por una falta de visión, por la ausencia de un plan para la reconstrucción y muy lejos de avanzar.

Consideramos pertinente la propuesta acuerpada por un amplio movimiento de sociedad civil, de integrar y de darle fuerza a un Consejo Consultivo para la Reconstrucción y la Transformación de Honduras, con miras a robustecer nuestra institucionalidad, a darle valor a la transparencia, a la rendición de cuentas y a la auditoría social y a propiciar un verdadero avance socio-económico.

Los países que han tenido éxito en su ruta hacia el progreso lo han hecho porque han planificado su desarrollo con la participación de todos los actores. Honduras debe colocarse en el sendero de la reconstrucción y de la transformación. ¡Ahora es cuándo!