Los empresarios y los trabajadores han concluido la negociación sobre el salario mínimo con un acuerdo que establece un ajuste entre cinco y ocho por ciento, traducido -en términos nominales- en un incremento que va de300 a mil lempiras mensuales.

Desde el punto de vista del objetivo simple de conciliar la propuesta del sector patronal con la demanda de los obreros, los "tira y encoge" entre las partes han tenido un buen desenlace.

Los integrantes de la iniciativa privadahan convenido en que el alza en el monto devengado por sus colaboradores es justo en tiempos de profunda crisis económica, en tanto que quienes ponen su fuerza de trabajo son conscientes de que la cantidad adicional que van a recibir es apenas proporcional con el porcentaje en que se ha disparado la inflación.

Es una realidad que el incremento en el salario mínimo termina siendo absorbido por el alto costo de vida, como también es una verdadque los acuerdos entre patronos y obreros nunca han sido cumplidos a cabalidad: seis de cada diez empresas no hacen efectivo el pago del sueldo básicoque es fijado periódicamente.

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Yendo a la esencia de la problemática laboral del país, las reuniones a las que son convocados anualmente los empresarios y los trabajadores con la mediación del Gobierno solamente son uno de los componentes que tendría que ser tomado en cuenta para revisar el mecanismo de concertación de la escala salarial primaria.

Lo idóneo sería que los arreglos entre los exponentes del capital y del trabajo respondieran a un nuevo método basado en un ajuste automático y plurianual, en aras de una mayor certidumbre en la relación entre los principales actores del sistema productivo nacional.

Y lo que es más urgente, es que los compromisos entre empresarios y trabajadores estén inscritos en una política de generación de empleos, atracción de inversión y desarrollo económico de Honduras.

Todos estos factores deben ir encadenados; si uno de ellos está desligado o no está presente, será muy difícil administrar la crisis actual y operar soluciones eficaces y de largo plazo.

Sabemos bien que en Honduras nueve de cada diez hondureños tienen problemas de empleo, conocemos que nuestras finanzas tienen un pronunciado desfase, estamos en sobre aviso que la inflación se va a incrementar notablemente y que nuestro Producto Interno Bruto no crecerá lo suficiente. Algo más: el conflicto en Europa nos impacta fuerte y directo.

Frente a estas condiciones desfavorables, no nos queda más que impulsar la inversión de capital privado, tantode origen nacional como de fondos externos, y facilitar la creación masiva de empleos para generar progreso económico y derramar bienestar con equidad social. 

Lo demás, y en esto caben las negociaciones desgastantes alrededor del salario mínimo que tienen lugar cada año, es proponer remedios temporales y circunstanciales a una compleja problemática hondureña.