Lo decíamos allá a la mitad del año anterior, cuando estábamos en lo peor de la pandemia: nos salvábamos del covid pero mirábamos también como los empleos no morían. Evitábamos la propagación del virus pero miles de empleados públicos y privados se quedaban sin trabajo.

El confinamiento nos pasaba la otra pandémica factura mientras el encierro caía como una loza pesada sobre la economía de cientos de miles de hogares hondureños. No habíamos descifrado aún que salvando empleos, salvábamos también vidas. Que no era una disyuntiva ni una contraposición una cosa con la otra.

Que salvando vidas no perderíamos nuestra economía y que evitando que los medios productivos colapsaran, no estábamos desatendiendo irresponsable y hasta criminalmente la emergencia sanitaria. Se trataba de evitar la menor cantidad de muertes y contagios pero también de salvar los medios productivos del país, que no son más que los medios de vida de miles de emprendedores, trabajadores, jefes de hogares, comerciantes y ciudadanos de a pie.

De eso se trató siempre y de eso se han tratado ahora los llamados que reiteradamente nos hemos sumado a hacer sobre los denominados y restrictivos toques de queda que se han mantenido vigentes, un año y medio después de la pandemia. Con más de seis millones de personas ya vacunadas y con la suficiente información para tratar con el virus, ¿tendrían a esta altura sentido esas medidas restrictivas que siguen siendo una camisa de fuerza para los medios productivos nacionales?.

¿Será acaso y científicamente coherente que se le prohíba a la gente circular después de las nueve o diez de la noche, o que en los lugares paradisíacos, de sol y mar, se obligue a los pocos turistas que aún se atreven a visitarlos, a salir de las cálidas aguas a las siete de la noche?. El confinamiento y estas medidas restrictivas que aún quedan en pie resquebrajaron letalmente el tejido productivo del país.

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Le cerraron el grifo de ingresos a un 67 por ciento de hogares y dejaron en suspensión laboral a más de medio millón de trabajadores, el peor índice histórico de desempleo. Hicieron retroceder los ya de por sí ralentizados avances sociales que el país había obtenido en la última década. ¿Vamos a seguir todavía con estos toques de queda vigentes?. Los micro, pequeños y hasta grandes emprendedores apenas si han podido levantar cabeza.

Casi un millón de hogares cuyas cabezas de familia dependen de sus salarios, apenas comenzaron recién a volver a recibir ingresos. Los cierres no hicieron más que empeorar los medios de vida de los hondureños para que aún sigamos aferrados a la rigurosidad de las medidas restrictivas que quedan.

El país necesita terminar de estructurar las políticas públicas de seguridad sanitaria ya encaminadas y acelerar la gran cruzada nacional de vacunación para que los segmentos poblacionales que aún siguen pendientes, entren ya en el esquema final de inoculación contra el covid.

Las cuarentenas, como el confinamiento, o como la circulación restringida o los toques de queda, ya no son a esta altura una opción!.

La sostenibilidad de las políticas sanitarias públicas como el nivel de conciencia y responsabilidad de la población, tendrán que hacer lo demás!. De eso es que se trata seguir salvando vidas y evitando nuevos y virulentos rebrotes, para así salvar miles de empleos y los medios de vida de cientos de miles de hondureños.

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