De nuevo estamos bajo el acecho de la epidemia de covid-19 y de los virus que provocan cuadros respiratorios agudos, aparte del incremento desbordado en los casos del dengue.

Nuestro débil sistema sanitario tiene un déficit de médicos y enfermeras; la cobertura para el 60 por ciento de la población que demanda los servicios asistenciales públicos, es baja; y el abastecimiento de medicinas nunca es oportuno.

Si hay un sector caracterizado por la calamidad, por la mediocre y deshumanizada atención, la baja calidad de los servicios, y el entretejido de las redes de corrupción, éste es la salud.

Es una condición patológica endémica en todos los gobiernos. En la actual gestión gubernamental se ha dado paso libre a turbas políticas que se han tomado los hospitales y los centros de salud, y entrado en choque contra los bloques sindicales y con el mismo personal sanitario, en su intención de imponer cargos y exigir plazas para clientes partidarios.

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En la primera mitad del Gobierno Castro fue nombrado en la turbulenta Secretaría de Salud un ministro que generó más anticuerpos, ya que no logró consensuar una minuta de acciones primarias para recuperar la gobernabilidad y sentar las bases de una verdadera política pública sanitaria.

Y la recién nombrada titular de la cartera ministerial de Salud se ha comprometido a establecer lazos de concordia con todos los gremios, con vistas a colocar los fundamentos de la transformación del esquema sanitario público del país.

La población que ha sufrido las desgracias de un sistema de salud en coma, espera que esta vez no sean alimentadas falsas promesas y que tampoco resulten ser declaraciones vacías.

Porque la mandataria, Xiomara Castro, ha tropezado en la designación de sus colaboradores en las Secretarías de Estado particularmente sensibles por su misión y objetivos.

En lo que corresponde a la depuración y transformación del sector salud, no basta con el pronunciamiento de discursos, ni con la manifestación de compromisos. Las medidas para atacar las enfermedades del aparato sanitario del Estado necesitan ser tomadas de manera radical y sin pausa,

No se ha dado a conocer en detalle cuál es el plan que los nuevos responsables de la Secretaría de Salud se proponen llevar adelante, con el objetivo de sacar el aparato asistencial de cuidados intensivos en que se encuentra.

Los hondureños están condenados a muerte mientras el sistema de salud no sea transformado sobre la base de la justicia, la equidad y el humanitarismo, a favor de los pobres y los enfermos que llegan en busca de una atención digna.

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