El gran talón de Aquiles de cara a las elecciones generales convocadas para el 28 de noviembre de 2021 es la defensa de los votos en las urnas y la transmisión de los resultados.

Éste fue también el vació que ocasionó que los comicios primarios de marzo resultaran manchados por la incertidumbre, a causa de la falta de transparencia.

Como es conocido, la consulta realizada por los partidos Nacional, Liberal y Libertad y Refundación (Libre), no contó con el respaldo de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares Electorales (TREP).

Ya sabemos lo que ocurrió en el momento decisivo de dar cuentas sobre lo expresado por el pueblo en las justas del 14 de marzo. La ausencia de un mecanismo que garantizara el conteo cabal de los votos, así como el procesamiento y transmisión fidedigna de los datos, degeneró en una lluvia de denuncias sobre fraude y en una "burla" a la voluntad popular.

La fiesta democrática del 14 de marzo no fue tal. Ahondó la desconfianza del pueblo en la clase política y reavivó los temores de reeditar la crisis de 2009 con todo y los daños provocados al Estado de Derecho.

Nuestra institucionalidad está expuesta a sufrir un nuevo golpe como el de hace más de una década y nuestro sistema político corre el riesgo de experimentar un remezón semejante al de los comicios de 2013 y 2017, rematados con acusaciones impetuosas de falsificación o adulteración de actas e ilegalidad en sus resultados.

No estamos exentos de que se repliquen esos escenarios turbulentos del reciente pasado. La amenaza está dada, en cuanto se ha relegado a segundo plano -premeditadamente o por cálculo- el tema de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares Electorales, que es sustancial para salvaguardar la limpieza de la justa general.

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Lo único que se nos ha dado a conocer de parte de los consejeros del órgano colegiado encargado de rectorar los procesos de consulta, es que está en marcha la contratación de la empresa a la que se adjudicará la prestación del servicio, en apego a los elementos de seguridad, alto rendimiento, buena gestión y precisión técnica en el manejo de los datos electorales.

Una vez que se emitió la declaratoria de las elecciones primarias y se convocó a las generales de noviembre, los líderes y dirigentes de los partidos han estado enclaustrados en acusaciones sobre malos manejos de recursos internos, unos; y en las negociaciones de alianzas y de inscripción de planillas, otros.

Se han olvidado de los asuntos que son esenciales para salvar la credibilidad, certidumbre y confianza de los comicios que deben celebrarse en noviembre.

Y la condición para alcanzar ese propósito crucial para la vida democrática de Honduras, es que la transmisión de los resultados sea limpia y fidedigna, nunca intervenida ni contaminada por los siniestros personajes que siempre realizan sus maniobras para torcer la expresión de los hondureños en las urnas.

Desde nuestra condición de ciudadanos, reclamamos transparencia, legitimidad, credibilidad y autenticidad en la gestión de los comicios, merced a un conteo limpio de los sufragios, un sistema robusto de transmisión de resultados y una veeduría permanente de todos los sectores.

La democracia es el poder de las mayorías y es responsabilidad de todos defender y sostener sus postulados, en procura de una decente relación entre Gobierno, poder y pueblo.