La unidad de esfuerzos y la definición de las rutas claras son dos factores que deben complementarse para lograr la reactivación económica y la reconstrucción de la malla social de Honduras.

Nuestro aparato productivo está en seria condición de minusvalía, las finanzas se encuentran en peligrosos niveles de desequilibrio y la capacidad de generación de empleos y de competitividad se muestra muy fracturada.

Nuestro país ha ingresado en el terreno de una acentuada recesión económica, expresada en el cierre del cuarenta por ciento de las empresas, la pérdida o suspensión de más de un millón de empleos, la caída de cerca del 40 por ciento en los ingresos tributarios, el retroceso del 20 por ciento en las exportaciones, el aumento de más de diez por ciento en la deuda pública y el incremento de varios puntos en los niveles de pobreza.

El reto de reavivar la economía y de restaurar el tejido social de Honduras desde el fondo de la pandemia del covid es monumental. Este desafío demanda del concurso de todos los segmentos, de un liderazgo firme de las autoridades del país y dela fuerza generadora de la empresa privada.

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El sector empresarial ha contribuido de manera sustantiva al abordaje de la crisis. Ha intervenido en el robustecimiento del sistema sanitario público y abonado a la planificación de la reapertura progresiva de los rubros económicos para el rescate de los empleos perdidos o puestos en suspensión.

En todo este proceso ha quedado en evidencia, igualmente, el invaluable acompañamiento del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL), un organismo regional que respalda con decisión la recuperación de nuestro país de los golpes asestados por la plaga en todos los órdenes.

Y es que la comunión de esfuerzos debe ser la columna vertebral de la batalla decisiva contra el Covid-19. En esa línea es que resulta capital que Honduras haya tomado mayor protagonismo en el Consejo Económico para América Latina, a través de la Presidencia del capítulo nacional que acaba de asumir el banquero Camilo Atala.

Es una oportunidad para que nuestro país tome la iniciativa en el planteamiento de alianzas continentales y en la exploración de nuevos caminos hacia el progreso, sobre la base de un plan de reactivación enfocado en las verdaderas prioridades que nos impone la nueva realidad.

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Necesitamos tomar lecciones de la emergencia que nos abate, abrir paso a una reinvención de todos los sectores, a un cambio de actitud y a la definición de criterios claros que privilegien el saneamiento de las finanzas, la transparencia en el manejo de los recursos, la generación de riqueza; en definitiva, una visión amplia sobre el desarrollo de nuestro país.

Porque la reactivación integral e inteligente de Honduras depende de un trabajo sostenido, de una unidad granítica, de emprendimientos con base sólida y de una propuesta de ideas meridianas para sortear las adversidades que nos está heredando la actual pandemia de dimensiones inéditas.