¡Qué pobreza, falta de respeto al pueblo e inconciencia de su alta investidura lo que han dejado de manifiesto un sector representativo de diputados del Congreso Nacional en la sesión de hace un par de días!

El enfrentamiento más reciente en el que han intervenido un grupo de legisladores, es ejemplo palmario de una actitud que los hondureños debemos rechazar, sencillamente porque “donde no hay armonía social, no hay paz”.

Estamos en vísperas de la Navidad, un tiempo en el que debemos hacer que prevalezca la unidad y la solidaridad, en lugar de la discordia y de las manifestaciones de odio o de descalificación.

Ya lo ha declarado puntualmente la Conferencia Episcopal en un pronunciamiento divulgado ayer: los hondureños queremos justicia, no “dádivas populistas”; nosotros agregamos: “reclamamos mayores esfuerzos en busca del bien común, en lugar de la mezquindad de ciertos grupos que sólo procuran sus dividendos.

En todo tiempo, los hondureños no deberíamos de olvidar el valor de mantenernos unidos, de compartir y de cultivar el sentimiento de “compasión” hacia nuestros semejantes.

Ciertamente, enfrentamos muchas adversidades. Por lo mismo, estamos obligados a encontrar nuestra identidad, a sumar voluntades en busca de soluciones a nuestros males y a mantenernos en pie de lucha con miras a un futuro mejor. ¡Ojalá así lo entendieran quienes detentan el poder de nuestra Honduras!

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Para llegar a ese nivel de madurez, hay que comenzar por rescatar los principios de la conciencia colectiva de nuestro país y retomar los postulados que nos distinguen a los hondureños como un conglomerado que sabe enfrentar los retos de los nuevos tiempos.

La clave está en la fuerza interna que tengamos cada uno de nosotros y en la tenacidad para librar una batalla que nos permita salir a flote de la maraña en que nos encontramos en los campos económico, social y político.

Si bien es cierto encaramos todo tipo de problemas que son consustanciales de nuestro subdesarrollo, la esperanza debe acompañarnos siempre y volvernos más fuertes.

Debemos creer y estar convencidos en que No todo está perdido, que contamos con el valioso recurso de nuestra gente, que habitamos una tierra fértil y que “unidos somos mejores”.

Lo que falta es que todos: políticos, empresarios, líderes religiosos, dirigentes obreros, miembros de organismos de la sociedad civil nos apropiemos de los eternos principios que redimen al ser humano y que renovemos nuestro compromiso de avanzar juntos hacia la prosperidad de Honduras.

¡Enhorabuena en vísperas de la Navidad y del año nuevo!

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