La partida para educación que será ejecutada en el período fiscal 2022 asciende a 33,500 millones de lempiras, un crecimiento de apenas 1,300 millones de lempiras respecto al presupuesto vigente.

El aumento en la cantidad de recursos dirigidos al renglón educativo fue mayor en el lapso que está por terminar. En 2021, el sistema de la educación contó con 32,000 millones de lempiras, dos mil millones de lempiras más respecto a la cantidad que fue transferida en 2019.

El sector de críticos del manejo de las finanzas públicas reprochan que la educación no haya sido un bien prioritario para las autoridades gubernamentales y que, en lugar de dirigir más fondos a la enseñanza-aprendizaje.

Los analistas acentúan que la formación del capital humano de Honduras está en el olvido, lo que se interpreta como un trágico destino para las nuevas generaciones del país, marginadas del derecho a ser introducidos en una educación de calidad, justa, equitativa y pertinente.

La crisis educativa va más allá de la pérdida de conocimiento en español y matemática. La falta de procesos y la desvinculación de los alumnos respecto de sus maestros y del aula de clases, tiene consecuencias graves.

Los estudios realizados por expertos establecen que cuatro de cada diez alumnos han desertado, por razones de la pobreza, un fenómeno que se ha profundizado en la pandemia al pasar de 60 a 70 por ciento.

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De dos millones de menores matriculados, han desertado unos 800,000 en dos años. Sumado a esta cifra, un millón de alumnos estaban desligados del sistema antes de la pandemia.

En total, son dos millones de niños y  adolescentes excluidos del sistema; no se conoce dónde están y tampoco se sabe de la elaboración de una estrategia para retornarlos y para recuperar los contenidos perdidos. En el escenario más optimista, la matrícula de 2022 sería de 2.5 millones de alumnos.

De acuerdo con lo planteado por los entendidos, el Gobierno debería de invertir al menos el 10 por ciento del Producto Interno Bruto en la educación y no el seis por ciento que es destinado actualmente para dicho renglón.

Un punto de vista que domina entre quienes conocen de las ciencias de la educación, es que Honduras precisa de un "pacto por la educación" que permita como mínimo mejorar la cobertura y regresar a las aulas a los dos millones de menores que están fuera del sistema.

En 2020 la matrícula disminuyó en 250,000 niños respecto a 2019 y en el período lectivo 2021 esa brecha se ha profundizado en niveles que difícilmente pueden ser revertidos.

Informes de la Universidad Pedagógica señalan que la atención en el nivel preescolar cayó en 10 por ciento y en la enseñanza media la cobertura es de apenas 24 por ciento.

Un renglón sobre el que hay que volver es que en Honduras nunca arrancó la tercera reforma educativa que fue planteada en 2014. Todo terminó en discursos, incluso la iniciativa para fortalecer la tecnología educativa.

Los conocedores del tema educativo han condenado que las autoridades se hayan olvidado de su compromiso de conducir por buena ruta la  reforma de la enseñanza-aprendizaje que por ahora está en sus indicadores más bajos como producto del derrumbe en la cobertura y calidad.

¿Tienen los niños y adolescentes oportunidades para no convertirse en un eslabón perdido en una Honduras conde no hay acceso a la educación?