Mientras una facción de la bancada liberal hacía de nuevo, ayer, un vehemente llamado a las autoridades del Congreso Nacional para qué, sin más dilatorias, se le entre en la Cámara a la discusión de la Ley de Empleo Parcial, que no es más que una reforma al Artículo 328 del Código del Trabajo, el rubro del turismo lamentaba, también ayer, que unos 45 mil jóvenes se quedarán, irremediablemente, en el aire, sin ninguna posibilidad de ser empleados durante el feriado de la Semana Santa.

Se trata de un fuerte contingente perteneciente a la liquidada fuerza laboral que se quedó sin una fuente de ingresos después de que en abril del 2022, un diputado del oficialismo le diera el tiro de gracia a la Ley de Empleo Temporal.

La facción de la bancada liberal que en marzo del año anterior, propuso esa alternativa de generación de empleo, ha considerado incluso, ante la cerrada negativa oficialista, la vía legal para obligar al Poder Legislativo a discutir y aprobar la contratación de mano de obra calificada, de una manera, digamos, legal o formal.

De hecho, la propuesta que lideró el diputado liberal Mauricio Villeda Bermúdez sigue considerando la figura del empleo parcial, pero con todos los derechos laborales garantizados, empezando porque el empleado temporal percibirá íntegro, el salario correspondiente a la semana ordinaria diurna y nocturna.

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¿Pero qué es, lo que como una cruel condena, siguen pagando en Honduras los más de 120 mil jóvenes, comprendidos en las edades de 19 a 24 años, que están desocupados, y que representan el 33 por ciento de la tasa de desempleo del país?

¿Qué tipo de maldición le ha caído a esos 3 millones 300 mil compatriotas que tienen problemas de empleo, o a ese 8 por ciento de hondureños en edad de trabajar, que se encuentran en la preocupante condición de desalentados, porque ya perdieron la esperanza incluso de encontrar “chamba”?

Bueno. Nada nos costaría responder a esas inquietudes si reseñamos que en Honduras, en los últimos años, en lugar de generar políticas públicas para crear más fuentes de trabajo, más bien se atentó contra las ya existentes, mientras le daban el “tiro de gracia” a los incentivos que históricamente han atraído la inversión extranjera y nacional generadora de fuentes de trabajo.

Un reciente estudio de la CEPAL destacaba que mientras cuatro países de la subregión, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua y la República Dominicana, lograron registrar una reducción de la tasa de desempleo abierto, Honduras y Panamá mostraron incrementos en sus respectivas tasas de desempleo.

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Aquí nada se ha hecho para promover ambientes propicios que atraigan la inversión extranjera e incentiven a los inversionistas locales, qué es lo que abre nuevas oportunidades y plazas de trabajo.

El último de los desaguisados es salirse del Centro Internacional de Arreglos de Disputas de Inversiones. Se siguen haciendo las cosas mal y por eso no somos un país un país atractivo en la región a la Inversión Extranjera Directa.

¿Qué necesidad hay de seguir generando este clima de inseguridad a la inversión nacional y extranjera, e incertidumbre a la generación de nuevas fuentes de empleo?. Lo que aquí urge es un escenario laboral, económico y social inclusivo, generador de igualdad de oportunidades para todos los jóvenes de Honduras, y no solo para los hijos de los ministros y ministras del gabinete de doña Xiomara.

Oportunidades de vida y de bienestar, que le garanticen a los más de 2 millones 400 mil subempleados, que todavía no es la hora de perder la esperanza.

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