¿En qué escenario de inseguridad se encuentra Honduras?, la pregunta tiene muchas aristas que hay que analizar. Se vive una realidad similar a la de otros países como El Salvador y Colombia.

Los invitados al foro, el director de la Policía de Honduras, Gustavo Sánchez; el exdirector de la Policía de Colombia, Rodolfo Palomino; y el consultor en materia de derechos humanos de El Salvador, Abrahan Ábrego, han coincidido en que para combatir la criminalidad hay que construir una alianza entre Estado, gobierno y sociedad.

En el caso específico de Honduras, el escenario de inseguridad es complejo, porque está ubicado en la ruta del trasiego de drogas. Aquí convergen el narcotráfico, las acciones de maras y pandillas y el crimen organizado. También inciden los "homicidios rurales" y la violencia intrafamiliar.

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El titular de la Policía hondureño reveló que en 12 años el país ha acumulado 65,000 homicidios. De acuerdo con los datos estadísticos oficiales, este índice se ha reducido en 12 % este año y se proyecta que al término de 2022 se alcance una tasa de 36 homicidios por cada cien mil habitantes.

Rodolfo Palomino, exdirector de la Policía de Colombia, señaló que lo primero que hay que hacer es conocer los fenómenos de inseguridad, quiénes son los que financian estos hechos e identificar a los que se benefician del negocio.

Hay que buscar una capacidad supranacional que garantice una acción articulada, dijo. Si algo afecta a las estructuras criminales, es que se les corte el financiamiento, acotó. A juicio de Palomino, "no podemos permitir la impunidad, no debe haber lugar de refugio para ningún delincuente. Los malhechores deben sentirse perseguidos.

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De su parte, Abrahan Ábrego, consultor en derechos humanos en El Salvador, cuestionó el régimen de excepción que está vigente en la vecina nación, porque -según afirmó- ha causado más daños, puesto que las cárceles se han convertido en centros de concentración.

A la fecha se cuentan más de 40,000 miembros de asociaciones ilícitas detenidos, sin embargo, el gobierno del presidente Nayib Bukele todavía no explica las razones del alza en la criminalidad.

La problemática de inseguridad se ha enquistado y se destaca que el narcotráfico es considerado como "el demonio que impulsa y el fuego que incendia" en la búsqueda de nuevos mercados, opinó.

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En este círculo surgen otras manifestaciones que toman fuerza como la extorsión, la actividad minera ilegal y la trata de personas, han alertado los panelistas en Foros HRN-TSi.

En la batalla contra las redes criminales, las leyes y las normas deben ser de aplicación efectiva, antes que recrudecerlas, consideraron.

Lo concluyente es que los esfuerzos dirigidos a enfrentar las redes de los malhechores no deben ser aislados. Tampoco hay que olvidar que los policías, los jueces y fiscales tienen que estar blindados contra todo intento de infiltración de la criminalidad, opinaron.

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