El mercado laboral de Honduras es precario. Un millón 800,000 personas sobreviven en la economía informal y 250,000 están desalentados; es decir, ya no buscan empleo, porque perdieron todas las expectativas de encontrar una fuente de ingresos.

Un informe elaborado por el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), destaca que el sector más vulnerable corresponde al de los jóvenes. Se calcula que más de 968,000 jóvenes no trabajan.

A criterio de analistas entrevistados por HRN, es incomprensible que no se haya planteado un esquema alterno para abrir puestos de trabajo sostenibles y de carácter digno desde que se le puso la lápida a la Ley del Empleo por Hora hace dos años.

No se ha dado cabida a ciertas propuestas introducidas para ofrecer una tabla de salvación a quienes quedaron desocupados, una vez que el empleo por hora fue enterrado. 

Uno de tales proyectos es la Ley del Empleo a Tiempo Parcial, cuya discusión ha sido postergada en la Cámara Legislativa por razones atribuidas al sectarismo y a la politización.

Esta propuesta está basada en una reforma al Código Laboral y establece jornadas excepcionales, a fin de abrir plazas laborales o recuperar las que se perdieron cuando fue anulada la Ley de Empleo Temporal.

Diputados que no pertenecen al oficialismo se han preguntado: ¿Por qué no ha habido voluntad para analizar ni socializar el empleo parcial que, por cierto, es un esquema al que se ha dado vida en el resto de países de Centroamérica? ¿Se niega la actual administración a gobernar para el bienestar social?

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Como se sabe, diputados del partido en el poder y dirigentes obreros se unieron para darle el tiro de gracia al esquema del empleo por hora que hasta 2022 había sido la fuente de ingresos para centenares de miles de hondureños.

Los declarados enemigos de esta modalidad laboral pregonaron a los cuatro vientos que la misma debía ser eliminada, porque violentaba las leyes y volvía más precaria la prestación de la fuerza laboral.

En 24 meses que han pasado desde entonces, ninguno de sus inquisidores, políticos y sindicalistas, han presentado salidas al endémico problema del desempleo.

Entre septiembre de 2022 y junio del 2023, se perdieron no menos de 25,000 empleos y, si estos números no fuesen suficientemente reveladores, ocho de cada 10 personas ocupadas se encuentran en la economía informal.

Honduras es uno de los cuatro países con mayor desigualdad social en América Latina, una circunstancia que se ve reflejada en el aumento de 21 por ciento en la emigración irregular.

Mil compatriotas se van de su tierra cada día y se estima que otros 500,000 tienen planes de emigrar, porque no encuentran medios de sustento ni un entorno digno para vivir en el país.

Frente a este escenario sombrío, quienes se dedican a desmenuzar la problemática nacional concuerdan en que es necesario encontrar soluciones al desempleo y a la pobreza.

La fórmula es: más inversión, más trabajo y menos emigración para el progreso de Honduras.

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