Carteras ministeriales e instituciones de otro nivel de gestión han sido invadidas por Colectivos de Libre y bandos antagónicos de empleados que han ocasionado anarquía, implantado la ley de la politiquería e impuesto sus propias reglas de autoridad.

Los revoltosos políticos se han dedicado a encender el fuego en diversos niveles de la administración pública, en lo que se consideran acciones orquestadas desde el Ejecutivo y desde la Coordinación de Libertad y Refundación con objetivos inconfesables.

Esta semana se intensificaron las confrontaciones en la Secretaría de la Adolescencia, la Niñez y la Familia, asaltada desde hace varias semanas por sectores que denuncian acoso sexual y laboral y que rivalizan para forzar la salida de la ministra-directora y para exigir el otorgamiento de plazas.

Un escenario convulsivo muy similar es el que prevaleció por un tiempo prolongado en la Secretaría de Derechos Humanos hasta que se llevó a efecto el relevo de las autoridades.

Vergonzosos episodios de agresión, de sectarismo y de insensatez han tenido lugar en la Secretaría de Contingencias y Gestión de Riesgos y, anteriormente, en HONDUTEL, en el INFOP, en Direcciones Departamentales de Educación, y en los principales hospitales y centros de salud del país, donde han estallado brotes de violencia política.

Los Colectivos de Libre han lanzado sus acometidas desde varios frentes y sus acciones han ido en escalada, en menoscabo de los sectores más desvalidos y en detrimento de la gobernabilidad en el país.

Los agitadores políticos han sembrado el caos en la gestión pública y con ello han conspirado contra el orden, la paz y la capacidad de diálogo que demandan los hondureños, en aras de llegar a un pacto por el desarrollo y la gobernabilidad de Honduras.

No puede ser consentida una situación de tal anarquía que tiene que ser cortada de raíz en lugar de alimentarla. Son inaceptables las disputas encarnizadas entre los políticos; tampoco debe prevalecer el vació de poder en las instituciones que literalmente han sido invadidas por turbas ideologizadas.

Las sociedades de activistas que siguen un guion político-sectario no son el único detonante de nuestra inestabilidad política, social y económica.

También son un caldo de ingobernabilidad los conflictos en el interior de la Corte Suprema de Justicia, los discursos de confrontación pronunciados desde el Ejecutivo y las amenazas emanadas desde el Congreso Nacional, más la politización de instituciones sensibles como la Policía y las Fuerzas Armadas.

¡Basta de seguir naufragando en las maniobras caóticas de los políticos y de sus aliados maquiavélicos que ponen en riesgo las oportunidades de los hondureños a vivir con dignidad en un país donde imperen la gobernabilidad, la democracia y la justicia para todos!

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