Aún y cuando el Consejo Nacional Electoral ha comenzado a divulgar, a cuentagotas, los resultados de los comicios primarios del 14 de marzo, hay amplios sectores que sostienen que el proceso ya perdió legitimidad y que incluso se encamina a convertirse en una práctica fallida.

¿Son las consultas democráticas en Honduras sinónimo de fraude? Diversos segmentos de opinión pública señalan que las autoridades del Consejo Nacional Electoral deben rendir cuentas del porqué se ha demorado tanto el procesamiento de datos.

La demora en el escrutinio y la reducida participación de veedores ha hecho que prevalezca la incertidumbre, la desconfianza, la falta de transparencia y ha contribuido a atizar más el discurso de odio entre los líderes y dirigentes de los partidos en contienda.

Politólogos que han tomado participación en los debates y análisis sobre lo sucedido el 14 de marzo, concluyen que el proceso electoral primario se ha desnaturalizado y ha perdido su legitimidad.

Miembros de la empresa privada han demandado hasta el cansancio que se haga honor a la transparencia y que se construya certeza alrededor de las elecciones.

Tal parece que la consigna sigue siendo darle el ribete del fraude a las justas electorales en Honduras para respaldar la mentira en el ejercicio del poder. Al menos así lo interpretan politólogos entrevistados por HRN.

Después de dar lectura a la experiencia vivida el domingo anterior y sus derivaciones es posible llegar a un juicio de valor: Si No existe un verdadero proceso democrático, Honduras seguirá sumergido en los mismos vicios y en mayor retroceso.

Si en el Congreso Nacional no despeja el camino para el debate y aprobación de la nueva Ley Electoral, la consulta democrática de noviembre de 2021 será un caos como el que se ha generado luego de los comicios internos y primarios.

Honduras ha gastado más de mil millones de lempiras en las elecciones de marzo que -como ya se ha reiterado- se ha caracterizado por la anarquía y la lucha feroz por intereses mezquinos y apetitos insaciables de poder.

Existe una completa inconformidad de parte de la población que reclama que su voluntad en las urnas quede reflejada fielmente en los resultados. No puede ocurrir lo mismo en los comicios generales de noviembre.

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