La división de la ENEE permite transformar la empresa y establece que las actividades de generación, transmisión y distribución se realicen en forma separada, con equidad y transparencia.

Ésta es la posición de quienes consideran que el rescate de la institución de energía eléctrica pasa por su fragmentación, un proceso que al menos llevaría cinco años en tomar terreno sólido.

Los que observan con buenos ojos este esquema,  aseguran que los "detractores" del mismo van a terminar por aceptar que es el Plan A, que es la alternativa, y que No hay otro cauce.

Voceros del Poder Legislativo, del Gobierno Central y funcionarios de la Comisión Interventora, así como de la Comisión Reguladora (CREE), han desvirtuado que la ENEE esté encaminada a su privatización y explicado que, en su lugar, se ha concebido la operación de tres empresas subsidiarias bajo la tutela del Estado.

Hoy es cuando debe ser colocado sobre la balanza si le conviene a Honduras continuar con el modelo actual que tiene sumergida a la ENEE en la bancarrota o avanzar hacia una gestión focalizado en tres empresas: una de generación, otra de transformación y una más de distribución.

Los analistas que apuestan por la "escisión" de la ENEE aseguran que está garantizada la subsistencia y la rentabilidad de las unidades de de generación y de transmisión que se pondrán en operación bajo el nuevo modelo.

Pero han avizorado que el rubro de distribución Sí enfrentará obstáculos. Así ocurre ahora cuando el gran rompecabezas es cómo reducir las pérdidas técnicas y no técnicas, para lo cual se necesitarían No menos de 300 millones de dólares, más de 7,000 millones de lempiras.

La preocupación central es cómo proveerle oxígeno a la ENEE que hace tiempo entró en agonía. El pasivo sobrepasa los 80,000 millones de lempiras y su deuda con el Estado es de más de mil millones de dólares.

En un proceso ordenado que se supone abarcaría cinco años en la nueva estructura de administración y operación, las pérdidas de la empresa deben ser reducidas sustancialmente desde el 34 por ciento en  que se encuentran ahora.

Las finanzas de la ENEE se han deteriorado aún más por el alza en el porcentaje de pérdidas y por la falta de inversión, además porque No se ha llevado a cabo un endeudamiento irresponsable.

Todo esto, en su conjunto, le ha succionado los recursos a la ENEE y le ha cerrado a la empresa las posibilidades de inversión para recuperar poco a poco su capacidad de competitividad. ¿No hay otro plan que el de fragmentar la estatal eléctrica?

La duda es directa: ¿Acaso en todo este proceso No va implícito el riesgo de que aparezcan inversionistas aprovechados que se presten para maquinar negocios revestidos de corrupción?

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