No ha habido interés ni compromiso de parte del Gobierno para desarrollar el Valle de Sula y reactivar su producción tras el paso arrasador de los fenómenos naturales en los últimos años, particularmente después de las tormentas Eta y Iota.

Tal es lo que han cuestionado miembros de la empresa privada y dirigentes del sector industrial de la zona norte, cuando han demandado una respuesta determinante de las autoridades del país.

Hasta ahora la ejecución de obras de mitigación en el Valle de Sula está plasmada por escrito, pero en la realidad estas obras no existen y no hay si quiera asomos de que se dé inicio a las mismas.

En diciembre de 2020 fueron instaladas varias mesas de trabajo, con el objetivo de evaluar la viabilidad de los proyectos de mitigación en el Valle de Sula, entre los que se incluían al menos cuatro embalses.

Varios meses después, voceros gubernamentales han admitido que no hay disponibilidad de recursos para la construcción de tales proyectos de alivio ante emergencias climáticas.

En este orden, los funcionarios obligados han justificado que las represas El Tablón, Jicatuyo, Los Llanitos y El Tornillito, tardarían hasta cinco años en ser construidas, lo que supone que trascendería a la próxima gestión administrativa.

Los productores de la zona han condenado que, desde que los meteoros Eta y Iota dejaron su huella devastadora el año pasado, únicamente se ha avanzado en un 20 por ciento en las obras de reconstrucción.

El Valle de Sula podría sufrir en la actual temporada una embestida peor que la del año pasado, dado que se ha pronosticado que unas 17 tormentas podrían impactar en Honduras y tres de ellas se convertirían en huracanes.

Se estima que los perjuicios económicos causados por los eventos climáticos del año anterior en la referida zona, ascienden a 45,000 millones de lempiras. Pese a que el Valle de Sula representa un núcleo de desarrollo y tiene una importante participación en el Producto Interno Bruto, parece estar condenado al abandono.

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