Los retos que enfrentará el nuevo gobierno son muchos y son, principalmente, de orden económico, social y educativo.

Uno de los más críticos es el rescate de la ENEE, un tema que tiene varias dimensiones como es el incremento de las pérdidas y el desequilibrio financiero de la estatal.

Miembros de la comisión de transición señalaron que la gestión de la presidente electa, Xiomara Castro, se propone disminuir las pérdidas y revisar todos los contratos de generación, e inclusive el suscrito con energía Honduras.

Otro de los problemas con el que tendrá que lidiar el nuevo gobierno es la deuda pública que asciende a 16,000 millones de dólares.

Se estima que más de 50,000 millones de lempiras serán destinados para pago del servicio de deuda en 2022; esto es, el 30 por ciento del presupuesto de la república. Los versados sostienen que no hay otra salida que la de volver a "perfilar" el endeudamiento público.

Una pregunta que cabe formular es: ¿hay demasiado gasto o insuficiencia de ingresos? Para responder a la misma hay que señalar muchas fallas: la duplicidad de funciones en la administración pública, inequidad tributaria, un gobierno muy obeso por el número de empleados y un clientelismo político que echó profundas raíces.

Todos estas incorrecciones tienen consecuencias en las desventajosos condiciones de vida de siete de cada diez hondureños.

Y es que la política social puesta en marcha para mejorar las condiciones de vida de los hondureños y a disminuir las desigualdades no ha dado resultados.

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Esto se explica, porque el estilo de hacer política ha sido la de repartir bonos a cambio de votos. El asistencialismo social ha demostrado que no es la mejor opción para responder a las demandas de los más necesitados si no es acompañado de una estrategia integral y sostenible.

Los hondureños demandan un cambio en sus condiciones de vida. El nuevo gobierno no puede entregar el país en peores condiciones de como lo está recibiendo.

Para provocar un golpe de timón, no solamente hay que enderezar las finanzas y reencauzar las acciones sociales para aliviar la inequidad, generar empleo, producir riqueza y reducir la pobreza.

Para un país en situación de subdesarrollo como Honduras, la solución a los problemas debe pasar siempre por privilegiar la educación.

Los conocedores de la realidad nacional insisten en que sería una desgracia si las escuelas no son abiertas en el inmediato plazo para que los alumnos vuelvan a las aulas.

En este proceso es vital que se recuperen los aprendizajes, se extienda el acceso a la internet, se involucre a los docentes en una formación contínua y se cuente con la participación de los padres de familia.

Porque al menos un millón y medio de niños y jóvenes sufren un letargo en sus estudios. La meta para 2022 es lograr la matrícula de 2.5 millones de estudiantes a clases.

En suma, todos los sectores del país tienen altas expectativas que el nuevo gobierno adopte y ponga en marcha acciones puntuales que permitan establecer las bases de un progreso sostenible del país.

Los hondureños esperan que se cumplan las promesas de campaña para llevar al país a mejores derroteros, en los rubros económico, social y educativo.