En riesgo están los cultivos para el ciclo de primera que normalmente se realizan entre el 15 de mayo y el 15 de junio. Las previsiones climáticas indican que el inicio de la estación lluviosa se producirá en la primera quincena de mayo.

Sin embargo, se espera que las precipitaciones sean menos regulares y no tan intensas en junio, una eventualidad que afectará las actividades agrícolas.

Estas proyecciones no muy halagüeñas, coinciden con los análisis desarrollados por organismos especializados, tanto locales como externos, en los que se proyecta una canícula normal y la probabilidad de condiciones neutras.

Se prevé que los acumulados de lluvia se mantendrán dentro de los parámetros relativamente normales, con un descenso en el sexto mes del año.

Sumado a las caprichosas condiciones climáticas que influirán en una disminución en el volumen de la cosecha, se da por sentado que en el período junio-agosto de 2022 se agudizará la pérdida de la capacidad de la población para adquirir los alimentos de primera necesidad.

Informes focalizados subrayan que los meses de junio, julio y agosto son los que presentan los mayores incrementos en el precio de los productos de consumo básico.

Ocurre que en este período es cuando se registran pobres reservas de granos básicos, particularmente de maíz y de frijoles, lo que -a su vez- acentúa la llamada "hambre estacional".

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Se avizora que en el mencionado tiempo, junio-agosto, se genere no solamente el encarecimiento de los productos de la canasta básica, sino el agotamiento de las provisiones en hogares productores.

Cuando el invierno es normal, Honduras ha reportado una cosecha de entre 10 y 12 millones de quintales de maíz y de tres millones de quintales de frijoles. El problema es que cada año el volumen de lluvias es más escaso.

Este año se añaden otros obstáculos: El exagerado ascenso en el precio de los insumos, la ausencia de programas sostenidos de ayuda financiera y técnica para los agricultores, así como la inestabilidad en el mercado internacional de las materias primas a causa de la invasión rusa a Ucrania.

El acceso a los alimentos es más difícil para siete millones de hondureños que viven en la pobreza. Ya se ha advertido que en el segundo semestre de este año al menos tres millones de pobladores entrarán en inseguridad alimentaria en sus grados de emergencia y crisis.

El riesgo más elevado está proyectado para los habitantes de los departamentos de Gracias a Dios, La Paz, Lempira, Santa Bárbara, Intibucá, Cortés, Francisco Morazán, Yoro y Olancho.