Estamos en la posición 126 de 139 países en donde los ambientes para atraer a los inversionistas y al capital generador de desarrollo y crecimiento, los ha enrarecido la politización, la ideología y el sectarismo político partidista.

La ideología y el revanchismo político se han empecinado en el último año y medio, justo el tiempo que tiene la administración del Partido Libre en el poder, de hacerle prácticamente la “vida de cuadritos” al capital privado, nacional y extranjero, ha señalado al sector generador de desarrollo y crecimiento, de "neo liberal modelo salvaje de desigualdad social", mientras está empeñado en abolir el esquema constitucional de regímenes fiscales por considerar que a través del mismo prácticamente se usufructuó el territorio nacional y sus riquezas, a favor de lo que Mel, Riccy y compañía, llaman los "nuevos y voraces esclavistas del capitalismo salvaje".

Las inestables condiciones macroeconómicas y el incierto panorama que ha enrarecido además la expectativa y esperanza de los hondureños. Los resultados de este clima de incertidumbre política, social y regulatoria que la clase gobernante ha sembrado en este último tiempo.

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Un escenario que no le garantiza estabilidad al inversionista, ni la plena protección de sus inversiones, además de las facilidades para hacer negocios, la calidad y confiabilidad de la infraestructura y servicios básicos, atractivos para los capitales de inversión extranjera y nacional.

La clase política sigue lamentablemente conspirando contra la generación de desarrollo y crecimiento. Las ideologías y el revanchismo político, los enemigos de la democracia sostenible, siguen haciendo trizas las ventajas comparativas que el país tiene y ha tenido respecto a otras naciones, enrareciendo con empecinamiento el clima propicio a los negocios y a la atracción de inversionistas.

Para el 90 por ciento de los inversionistas es determinante y clave la protección legal que ofrezca un Estado, contra ese tipo de amenazas, contra la expropiación, contra el incumplimiento de contratos, contra la corrupción pública en todas sus formas y la conducta no transparente o arbitraria de las autoridades de turno.

Lo que pasa hoy en Honduras es serio. La falta de transparencia y la escasa previsibilidad del gobierno de turno, nos está pasando factura. Con ésta burocracia ineficiente y con una carpeta de regulaciones opacas y altos costos operativos por culpa de servicios públicos onerosos, lo que nos espera como nación, no es para nada halagüeño.

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