Para hallar la unidad en la pluralidad y hacer que prevalezcan el respeto y la tolerancia, los hondureños necesitamos tender puentes, no levantar muros.

Y esto requiere de liderazgos genuinos que estén en sintonía con la demanda de la población de aliviar la pobreza, batallar contra la corrupción y la impunidad, procurar la justicia y fortalecer la institucionalidad.

En 2022 hemos seguido enfrentando dificultades.

Ya sea por situaciones heredadas, por omisiones o por decisiones equivocadas y condenables de las autoridades de turno, nuestros problemas se han agravado, en desmedro de la esperanza de la población por que se produzca un cambio.

La falta de consensos es un mal que ha impedido que Honduras avance hacia su desarrollo integral.

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Nuestro país necesita del concurso de hombres y mujeres de buena voluntad, con compromiso, conciencia y con decisión de privilegiar el diálogo por encima de la división, los enfrentamientos, el revanchismo y la politiquería.

Penosamente, los desacuerdos en todo nivel se han impuesto en el pasado y en el presente.

El resultado de no haber llegado a una concordia de criterios es claro: Honduras está más sumergido en la oscuridad, particularmente en las asignaturas de la educación, la salud, la economía y la política.

Es una obligación que todos, sin distinción alguna, principalmente la clase política, emprendamos la búsqueda de la unidad en la diversidad y que luchemos por el entendimiento en la pluralidad de ideas y de propuestas.

Sabemos que siempre resulta difícil transitar desde un sendero lleno de avatares hasta uno que encierre promesas y esperanza.

Todo depende del empeño puesto en la culminación de los objetivos trazados.

Atravesamos por un camino bastante pedregoso, pero mientras exista fe en la capacidad colectiva para transformar nuestra vida y en tanto nuestros gobernantes tomen conciencia de la responsabilidad asumida frente al pueblo, las puertas hacia el cambio deben estar abiertas.

Está demostrado que los hondureños somos fuertes, valientes y con una disposición especial para luchar por un estado de bienestar general.

Nuestro pueblo le ha apostado a la democracia, que se manifiesta en la decisión de las mayorías.

El mandato popular es claro para que quienes han tomado la administración del Estado realicen un mayor esfuerzo, a fin de revertir nuestra convulsa realidad nacional.

Éste es el momento de tender puentes y no de levantar muros.

Los hondureños nos pronunciamos por la paz, el diálogo, el respeto y la tolerancia.

¡Basta de discursos populistas, de promesas demagógicas y de falsos compromisos de los de derecha y de los de izquierda!

Es hora de plantear soluciones al retraso económico, la desigualdad social, la corrupción, la justicia condicionada y el deterioro de nuestro Estado de Derecho.

¡Se trata de construir un cambio para el bien de todos!

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