Los hondureños estamos convocados a las elecciones primarias el 14 de marzo, en un ambiente caracterizado por las pugnas en el interior del Consejo Nacional Electoral y en el seno de los mismos partidos políticos.

La construcción de una democracia participativa, la profundización del Estado de Derecho y la transparencia de los procesos de consulta, son los retos a los que se enfrenta el país.

Funcionarios que han desempeñado altos cargos en los órganos electorales son del criterio que Honduras no estaría sumergido en los conflictos de hoy día, a las puertas de los comicios primarios, si la Ley Electoral se hubiese aprobado a tiempo, ya que este cuerpo legal permitiría establecer claramente las pautas de la consulta popular.

La democracia y su expresión electoral es esencial para garantizar la paz social y la convivencia y el hecho que no se hayan aprobado las reformas electorales hace que predomine un clima de tensión.

Ciertamente, el contexto social, económico y político difícil por el que atraviesa honduras y que enmarca el ciclo electoral es muy difícil de resolver.

Por las vísperas, se advierte que después de los comicios primarios y generales, a Honduras le sobrevenga un conflicto quizá peor que el que surgió en 2009.

Los expertos en materia electoral son del criterio que, frente a eventualidades de este tipo, la salida estaría marcada por la aprobación de la segunda vuelta o "balotaje".

Alrededor de dicha figura se han generado acaloradas discusiones e interminables debates. Los sectores que propugnan por la segunda ronda insisten en que esta expresión democrática permitiría revestir de mayor autenticidad los procesos políticos en Honduras, donde los índices de ausentismo son muy altos y donde el cargo de Presidente ha sido elegido con menos del 30 por ciento del apoyo de los ciudadanos.

Es indiscutible que la creación de los órganos electorales No ha sumado a la institucionalidad política, los partidos están sumergidos en los vicios de siempre y la demanda de las mayorías está lejos de ser atendida.

No hay que desconocer que sin confianza ni certidumbre, será difícil para los hondureños construir una democracia que vaya más allá de lo puramente electoral.

Y si bien el país cuenta con el respaldo de la comunidad internacional en los temas de consolidación de la democracia y robustecimiento de los partidos políticos, son los ciudadanos los que deben encontrar las soluciones a sus apuros institucionales y darle un giro a los procesos para legitimar la voluntad del pueblo.

En el umbral de las elecciones primarias persiste mucha incertidumbre y esta condición hay que superarla en nombre de la democracia, cuya profundización es tarea de todos: De los líderes y dirigentes políticos, de los partidos, de las instituciones y de los ciudadanos.

La aspiración de los hondureños es que tanto las elecciones primarias del 14 de marzo como las justas generales que tendrán lugar el último domingo de noviembre, sean el reflejo del reclamo de las mayorías.

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