Más cieno sigue cayendo sobre el Poder Legislativo, cuya Junta Directiva está en tela de juicio en cuanto a su legalidad y su legitimidad.

El más reciente informe del Consejo Nacional Anticorrupción les retrata de cuerpo entero como son, con honrosas excepciones: devoradores de los recursos públicos que se reparten a manos llenas para su ventaja.

Se han beneficiado del Fondo Departamental que ahora se le ha dado el marbete de “subvención”, pero que no es más que otro “saco roto”, pues representa la erogación de cien mil lempiras para cada diputado.

Unos, han reconocido paladinamente que Sí lo reciben; otros, hasta se ofenden y se victimizan cuando se les pregunta si aceptaron o no esos recursos, supuestamente para llevar obras de desarrollo a sus comunidades.

A las subvenciones se suman los viáticos que con toda desfachatez se embolsan la gran mayoría de los congresistas. Se sabe que, por tal concepto, se destinan a los propietarios 6.4 millones de lempiras mensuales, un millón y medio semanales, y 535 mil 800 lempiras por día sesionado.

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No podía haber caído en tal desprestigio nuestra clase política, ni estar en mayor predicado la actual legislatura, por la parálisis y ¿por qué no decirlo?, desvergüenza de los diputados que no cumplen con sus funciones.

Eso sí, no tienen miramiento alguno en llevarse 12 millones de lempiras mensuales en salarios, cien mil en subvenciones y más de seis millones en viáticos, en el caso de los propietarios. ¡Qué manera de “dilapidar” los maltrechos recursos del Estado!

Las imposiciones, el tráfico de las cuotas de poder, las violaciones a la Constitución y las leyes, son la vara que mide la gestión de nuestra clase política en el Congreso Nacional.

Ellos son los líderes que recibieron el voto de confianza del pueblo hondureño en los comicios de 2021, merced a su compromiso de devolverle legitimidad a la tarea legislativa; no obstante, una vez en el poder, han replicado los vicios del autoritarismo, las alianzas oportunistas y, encima, la gestión opaca de los recursos del Congreso Nacional.

El Poder Legislativo está convertido en un circo, en un enjambre, tal vez en un serpentario, o quizá en una podredumbre donde el debate ha sido sustituido por la imposición, los consensos relegados por los arreglos clandestinos y la legitimidad tomada por usurpación, en tanto los recursos son distribuidos “a diestra y siniestra”. ¡Vaya infortunio nuestro!

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