La convulsión política y las altas dosis ideológicas de las que están revestidos los discursos de los gobernantes, ponen a nuestro país en predicado.

Además de fracturar la democracia y hacer desfallecer el Estado de Derecho, nuestra clase política proyecta una imagen gris de Honduras ante la comunidad internacional, las agencias de cooperación y los inversionistas extranjeros y nacionales.

Al cabo, estas situaciones irregulares tienen redundancia en los grandes sectores desprotegidos de la población, sumidos en la inequidad social y afectados por el rezago económico.

Quienes llevan la administración del Estado deberían de interpretar los síntomas de la patología política e institucional que padece Honduras, a causa de la negativa de los sectores que rivalizan a llegar a acuerdos para consensuar un plan de construcción de un país próspero.

Honduras es, desgraciadamente, un terreno árido para la llegada de capital, estéril para la creación de empleos y no idóneo para generar desarrollo.

La presidente Xiomara Castro y sus principales asesores, lo mismo que los diputados del Congreso Nacional, tendrían que pensar en las políticas que es oportuno que Honduras adopte frente a la reorientación de la ayuda de los organismos de cooperación internacional.

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La Agencia Suiza para la Cooperación al Desarrollo (COSUDE), ha formalizado su retiro de Honduras en 2024 como parte de su programa de salida de América Latina para enfocar su presencia en países de África y de Asia.

Es innegable que el retiro de ese organismo va a crear un vacío en las ramas de apoyo económico, fortalecimiento estatal, promoción de la gobernabilidad, atención a la vulnerabilidad climática y otras materias en las que ha tenido participación durante su presencia en nuestro territorio.

En el período 2022-2024, la última fase de su asistencia financiera y técnica, la agencia suiza tiene previsto destinar 16 millones de dólares anuales a Honduras y Nicaragua, los dos países donde los helvéticos han enfocado su trabajo.

Los hondureños también nos hemos quedado ayunos de la asistencia de Taiwán; encima, con una deuda de 600 millones de dólares adquirida en condiciones preferentes, en virtud de la determinación del Gobierno de Libre de cortar toda relación con la isla y de acercarse al régimen de la China Roja.

En este caso, hemos visto reflejado el manejo de la política exterior bajo el influjo ideológico. Se les dio un revés a ocho décadas de sociedad financiera y técnica en proyectos de agricultura sostenible, comercio, tecnología de la información, seguridad alimentaria, educación y apoyo a las pequeñas empresas, entre otras áreas de intervención.

Nuestra conflictividad podría empujar a otros entes de cooperación a reconsiderar la vigencia de sus proyectos en nuestro país. ¿No es una señal nuestra exclusión de la Cuenta del Milenio?

La falta de certeza jurídica y la inestabilidad político-institucional de Honduras nos pone en predicado frente a la comunidad internacional. ¡Que los políticos pongan sus bardas en remojo!.

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