Al alcanzar el noveno mes del año, más de cuatro mil incidentes de tránsito habían dejado no menos de dos mil heridos y golpeados, sin cuantificar el impacto económico que semejante incidencia ha provocado.

Con un promedio de cuatro personas fallecidas diariamente en los ejes carreteros y calles del país, urge, sin duda, activar todos los mecanismos preventivos y correctivos para parar esa vorágine de muerte y luto en la que se han convertido las vías de comunicación.

Con la muerte de un hondureño cada seis horas en colisiones y vuelcos, ¿no creen que ya es hora de reaccionar a través de un plan estructurado y coordinado para abordar este fatal problema de inseguridad que tenemos en el país? La segunda causa de muertes en Honduras.

Fundamental es y será también que el ciudadano asuma su responsabilidad por fin, que va más allá de lo que la autoridad o el estado como tal tengan que hacer para detener la muerte en las carreteras de Honduras. La mayor parte de los accidentes y las muertes tienen que ver con la imprudencia provocada por la alta velocidad y la ingesta de alcohol.

El patrón de los fatales accidentes de tránsito ha sido en efecto el generalizado: el exceso de velocidad, el consumo de alcohol y la imprudencia misma del conductor.

Todos los partes o informes refrendados por las autoridades de Vialidad y Transporte, evidencian que las maniobras temerarias en carretera abierta, sigue siendo el principal factor de los luctuosos accidentes ocurridos hasta la fecha.

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O asumimos ya este grave problema de inseguridad ciudadana y se revierte esa estadística de muerte, o seguiremos solo contando muertos y lamentando las fatalidades que las cifras generan.

Con un parque vehicular que sobrepasa el millón 700 mil unidades, la prácticamente inexistente vigilancia en las carreteras, la misma debilidad institucional, y sobre todo, la falta de cultura ciudadana en relación a la responsabilidad que se asume a la hora de conducir un vehículo, no han hecho más que agudizar este fatal y grave panorama vial.

Estamos frente a un grave problema que es también social. De hecho, la Organización Panamericana de la Salud cataloga los accidentes de tránsito no solamente como un problema económico y ambiental, sino que además, social, por el daño que produce a las personas, a la familia, a la comunidad y a la sociedad en general.

El promedio de 133 muertes cada mes, con miles de heridos y lesionados que disparan el presupuesto del sistema hospitalario público en más de un 40 por ciento, obliga al Estado de Honduras y a su institucionalidad a reaccionar.

Al cierre de este feriado morazánico, la incidencia de accidentes viales y muertes en las carreteras ha sido la nota discordante de las largas vacaciones.

Es un imperativo, por nuestra misma seguridad, reconvertir las carreteras de la muerte en vías para el transporte seguro de personas y pasajeros. Es nuestra propia vida la que está en juego.

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