Invertir en la salud es un compromiso de todos los gobiernos, a excepción, claro, en países como los nuestros, y un requisito, además, para el desarrollo sostenible de los pueblos. Los vínculos entre la salud, el desarrollo y el crecimiento económico, son más que evidentes. Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud demostraba, precisamente, los beneficios que entraña una mayor y sostenida inversión en salud en el desarrollo humano sostenible, el crecimiento económico y el bienestar general de una sociedad. El llamado que siempre se les ha hecho a los gobiernos en países como el nuestro, es que antes de destinar, por ejemplo, recursos públicos a la compra de armamento y equipo militar, como sucedió en la administración del Partido Nacional, y como ha vuelto a ocurrir en el actual gobierno de Libre, es que se invierta más en salud pública y se destinen los recursos suficientes para construir un sistema sanitario inclusivo, que sea capaz de responder a las necesidades hospitalarias más básicas de la población vulnerable. Aquí, lamentablemente, ningún gobierno lo ha entendido así, pero invertir en salud pública y destinar los recursos a los centros de salud, a los hospitales, sobre todo regionales, es fundamental no solo para que a la gente se le garantice su derecho de acceso a la salud universal, sino para que, insistimos, construyamos un sistema inclusivo. En el presupuesto de este año a la Secretaría de Salud los diputados en el Congreso Nacional le recortaron 428 millones de lempiras de la partida destinada para la compra de insumos y medicamentos básicos. Con semejante recorte presupuestario, mientras se le aprueba a la Secretaría de Defensa la compra de 4 helicópteros Airbus a un precio unitario de 11.5 millones de dólares, entonces el Hospital Escuela se queda sin insumos tan básicos como algodón y gasas, para realizar una operación quirúrgica también básica. Fortalecer el sistema para que sea más equitativo, eficiente y accesible es una inversión esencial para el futuro del país. ¿Cómo vamos entonces a avanzar hacia una salud universal a partir de la asignación priorizada de los recursos, si lo que la institucionalidad gobernante de turno hace es recortar más bien los presupuestos que ya de por sí son siempre insuficientes? La carencia de algodón y gasas en el hospital más grande del país puede ser para la Secretaría de Salud un problema minúsculo, pero la brecha de inequidad que las carencias en el primer nivel de atención pública amplían, es casi un asunto de condena a muerte lenta. Es completamente inaceptable como inhumano que un estado y su institucionalidad prioricen la compra de helicópteros de nueva generación, que seguramente terminarán siendo utilizados para pasear a ministros y ministras, mientras recorta el presupuesto para la compra de insumos médicos básicos y medicamentos también del cuadro básico. Los gobiernos, que como el actual, o como también los que pasaron, no protejan la salud y el primer patrimonio de la nación que es el ser humano, serán además de insensatos, ineptos e incapaces de alcanzar los beneficios de la prosperidad económica y el bienestar social, a través de la cobertura universal en salud. Es inaceptable que se sigan cometiendo los mismos errores y que los gobiernos que llegan y pasan continúen profundizando la crisis del sector. Es que es la hora de tomar decisiones urgentes y coherentes, en favor, como el fin supremo, de todos los hondureños.