Caeríamos en la corriente de la mentira si negamos o soslayamos que nos encontramos en una etapa sumamente crítica por la acometida de la pandemia covid-19.

Pero reprochamos que la coyuntura sanitaria que enfrentamos sea aprovechada por ciertos sectores que quieren llevar "agua a su molino" y que se han dado a la jornada de revestir el diagnóstico epidemiológico de Honduras con "signos demagógicos".

Estos grupos que privilegian sus puntos de vista muy inclinados, antes que reflexionar en los intereses de toda la población, no tienen el mínimo conocimiento de todas las repercusiones que traería un nuevo cierre de la economía para detener la propagación del virus.

Somos del criterio que el planteamiento del gremio de los profesionales de las ciencias médicas de llevar al país a un confinamiento total durante 21 días, no es la respuesta más sabia ante el recrudecimiento de la emergencia sanitaria.

No desconocemos el enorme impacto que representa la muerte de más de 60 médicos en lo que va de la pandemia, a causa del covid; tampoco le restamos méritos al sacrificio, la entrega y la valentía de aquéllos que están en la vanguardia de la ofensiva contra la pandemia.

Sin embargo, tenemos que señalar que muchos de los facultativos con cargos de dirección gremial que empujan la iniciativa de paralizar nuestra economía han permanecido y continúan estando muy cómodos desde sus residencias bajo el método de la "telemedicina". Reciben sus salarios y sus honorarios por las consultas que brindan desde sus casas.

La mayoría del pueblo no se encuentra en la misma situación "desahogada". Nuestra gente pasa por muchas penurias, porque no tiene más salida que ganarse la vida día a día.

Estos prójimos están en mayor precariedad por la pérdida de empleos, la estrepitosa caída en la generación de riqueza, la profundización de la pobreza y, encima, por la galopante corrupción y la inactividad de las autoridades gubernamentales para dar un giro hacia un eficiente manejo de la crisis.

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Una decisión de semejante magnitud como el aislamiento total de la población y el cierre de la actividad económica echaría por la borda todos los sacrificios impuestos durante meses enteros en los que el país estuvo confinado en 2020.

Una paralización entendida erróneamente como la alternativa para contener la diseminación del virus que provoca el covid-19 y todas sus estragos, únicamente le colocaría la lápida a las empresas y a los pequeños y medianos emprendimientos que tratan de sobrevivir en medio de la tempestad epidemiológica que nos azota.

Aquéllos que se precian de tener el monopolio de la verdad y que suelen citar como ejemplo las acciones restrictivas que han adoptado las economías europeas en respuesta a un segundo ataque de la peste, más bien pecan de "anodinos" y de "ilusos", además de irreflexivos y sectarios.

¡Nada más absurdo! Ni por asomo estamos en las mismas condiciones ni en el nivel económico de los países desarrollados para darnos al atrevimiento de encerrarnos y de clausurar nuestro aparato de producción de bienes y de servicios.

Los hondureños debemos trabajar juntos, con decidido compromiso, con visión de país y a la luz de los objetivos de un plan de reconstrucción, en aras de crear empleo, atraer inversión, fortalecer la seguridad jurídica, erradicar la corrupción, reactivar la economía y construir verdaderas oportunidades de desarrollo. Lo demás es ¡pura demagogia en los días de pestes y aflicción! 

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