Ésta es la raíz de nuestros males expresados en la pobreza, la corrupción, la impunidad, la incertidumbre jurídica, la convulsión política, el deterioro social y la postración económica.

Hace un par de días, los diputados se apresuraron a elegir a los funcionarios superiores del Registro Nacional de las Personas, el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal de Justicia Electoral y de la Superintendencia de Alianzas Público Privadas, con todo y que esos cargos no causarán vacancia sino en septiembre.

Es sintomático que las fuerzas políticas mayoritarias hayan corrido a realizar negociaciones oscuras para repartirse los puestos en los organismos electorales con el predecible propósito de influenciar los procesos comiciales de marzo y noviembre de 2025.

Estos "arreglos" partidarios han dejado al desnudo la ausencia de un compromiso de los líderes y dirigentes con los reclamos de la población, el desprecio a la demanda de un plan de país; en definitiva, la podredumbre de la actividad política.

La distribución de los cargos de preponderancia en tal o cual Secretaría u organismo estatal es la expresión de las ambiciones desenfrenadas de los políticos incrustados en los Poderes del Estado.

Estos personajes de la vida pública del país se han negado a adecentar su perfil y rechazado ser protagonistas de una agenda nacional que trace las grandes líneas del desarrollo económico, de la estabilidad política y de la equidad social.

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Un hecho es cierto: en Honduras se impone el interés de los políticos por perpetuarse en el poder y, con ello, éstos se han convertido en reproductores de la pobreza, de la impunidad y de la contaminación de “la cosa pública”.

¡Cómo han potenciado su presencia los termocéfalos! A ellos no les interesa plantear un proyecto de nación ni trabajar por el bienestar de la población para el progreso del país, porque su mira es “trepar” a posiciones de dirección y mantenerse en las redes de la impunidad.

No vamos a salir del subdesarrollo, ni del estado de debilidad institucional, tampoco de la parálisis democrática si las decisiones de nuestras autoridades continúan gravitando sobre cuestiones populistas e ideológicas.

La problemática hondureña requiere una intervención mayor para que nuestro país no toque fondo al calor de los inmoderados apetitos de poder de parte de los gobernantes y de quienes ya corren por una precandidatura de manera temprana.

Nuestros políticos deben dejar la improvisación en el arte de gobernar, abandonar la politización de los temas nacionales y dar inicio, de una vez por todas, a la reconciliación que hasta ahora sólo ha sido una “cacareada” propuesta.

Generación de empleo, más inversión, mayor productividad y competitividad y seguridad jurídica son la apuesta para el desarrollo de Honduras, no el populismo ni la ideología.

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