En medio de la tormenta sanitaria que nos asola y que ya ha matado a más de 3 mil 400 hondureños, lo peor que nos pudiera pasar ahora es que  la institucionalidad se ponga a pelear entre sí y a sacarse mutuamente los trapitos al sol, como está sucediendo entre el Poder Ejecutivo y las alcaldías municipales.

Lo que nos faltaba pues, mientras los hospitales públicos y los centros de detección temprana del covid están al borde del colapso -si es que no ya- ante el virulento repunte de casos y pacientes contagiados o sospechosos.

¡Ay nuestra clase política que no se ha dado cuenta que la única manera de sobrevivir es la unidad, y que la división en los pueblos, como dijo un pensador y político mexicano, es la causa de su desolación!

Resulta que en medio de esta tormenta sanitaria y en estos tiempos de tempestad pandémica los alcaldes municipales y el gobierno central se han enfrascado en una gresca de dimes y diretes sobre los fondos asignados para combatir el virus, en tanto unos dicen que no les dan recursos y el otro que si, mientras la gente se muere en los pueblos y ciudades y la cantidad de contagios sobrepasó ya los 142 mil afecciones.

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Algunos alcaldes han denunciado que por razones político partidistas el gobierno central les cerró la llave de los fondos -más de 120 millones de lempiras- exclusivamente asignados para mantener abiertos los centros municipales de detección temprana o triajes y pagar el personal contratado, mientras el gobierno aduce que las alcaldías se pusieron los moños negándose a hacer las obligatorias y necesarias liquidaciones del dinero que se les entregó.

Y en eso han estado enfrascados mientras algunas comprensiones municipales ya se vieron obligadas a ponerle candado a los tales triajes, sin que ninguna de las partes se muestre dispuesta a dar el brazo a torcer.

Los munícipes cerrados en que no es obligatoria ni procedente la rendición de cuentas al gobierno central sobre los fondos asignados e invertidos en el combate a la pandemia y las autoridades centrales enclaustradas en su discurso que el programa de donde salen los millonarios recursos para luchar contra el virus, está fuera de la jurisdicción de la ley orgánica del Tribunal Superior de Cuentas que escudriña y audita las finanzas municipales.

¡…Ay nuestra burocrática institucionalidad que no pudo entender que el trabajo en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados!

Ayer pasamos de los 142 mil casos y de un promedio alarmante de propagación de hasta un mil 400 por ciento en departamentos como Atlántida, Santa Bárbara, Valle y Cortés, y nuestras autoridades, centrales y municipales, acusándose mutuamente de estarse poniendo zancadillas y torpedeándose los unos a los otros por meros recelos electorales y revanchismos partidistas.

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Y el polarizado  país nuestro que en este tiempo de devastadora tempestad pandémica ve todavía más lejos, como la llegada misma de la vacuna contra la covid, los objetivos comunes para alcanzar la sincronización de esfuerzos y llegar a aguas tranquilas.

Ni la muerte ni el dolor que nos ha provocado esta pandemia nos pudo meter en la cabeza y en el corazón la premisa de victoria sobre la tragedia y la mezquindad  del célebre emprendedor estadounidense Henry Ford, de que sólo manteniéndonos juntos vamos a progresar y de que sólo trabajando juntos, vamos a tener éxito.