En la última semana epidemiológica, los casos de covid diagnosticados, la cantidad de pacientes hospitalizados y la afluencia a los centros de triaje muestran una variación importante en el Distrito Central y en San Pedro Sula.

Los reportes de la Secretaría de Salud indican que, en la semana recién pasada, San Pedro Sula reflejó una reducción en la cifra de contagiados, de enfermos hospitalizados y en la positividad que ha llegado al 25 por ciento, frente al 50 por ciento que se presenta en la capital.

En Tegucigalpa y Comayagüela, los centros de triaje y estabilización ha llegado a su techo de atención. En la práctica están colapsados ante la falta de espacios para ser atendidos en los hospitales.

Las unidades abiertas para una evaluación preliminar y para descongestionar los hospitales de mayor demanda en el país, alcanzaron su nivel de saturación.

Los centros de triaje están funcionando como hospitales, a falta de cupos en el sector sanitario público. En ocasiones, han tenido que atender a enfermos hasta por cinco días y, en muchas oportunidades, han debido mantener internos hasta a nueve pacientes en la sala de estabilización.

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Diariamente son atendidos entre 250 y 400 pacientes y la positividad se mantiene en un promedio de 50 por ciento. Se destaca el hecho que entre ocho y diez familias completas están llegando a la unidad de atención por síntomas que sugieren una infección por covid.

Los encargados de gestionar los centros de triaje han llamado la atención en torno al aumento en el número de pacientes que han dado positivo por covid.

Los médicos que guerrean por vencer la pandemia han manifestado su temor a un recrudecimiento de la pandemia y han proyectado que, al menos en las próximas cuatro semanas, el diagnóstico de casos nuevos y el registro de muertes subirá a niveles inmoderados.

A paso veloz, Honduras está muy cerca de pisar la franja de los 200,000 casos positivos desde que la peste llegó al país y de perforar la línea de los 5,000 muertos por el nuevo virus.

Los casos están distribuidos mayoritariamente en los sectores de la población entre 21 y 50 años. La transmisión ya no está controlada y la única esperanza es que la vacunación sea llevada adelante de manera oportuna y pronta, a efecto de alcanzar la "inmunidad de rebaño"

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