El 6 de septiembre, Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, seleccionó a Claudia Sheinbaum, la exalcaldesa de Ciudad de México de 61 años, como su candidata.

En este momento, Sheinbaum está a la cabeza. Según una encuesta, si las elecciones se celebraran hoy, le ganaría a Gálvez por un 44 a un 27 por ciento de los votos. Es poco probable que esto cambie aunque Marcelo Ebrard, quien fue secretario de Relaciones Exteriores, se presente como candidato independiente.

Se retiró del proceso de Morena al alegar irregularidades. Pero, aparte del hecho de que cualquiera de las dos sería la primera mujer en llegar a la presidencia de México, ¿en qué medida cambiarían al país?

Las dos políticas tienen algunas cosas en común. Sheinbaum es física y doctora en Ingeniería Medioambiental. Gálvez es ingeniera informática y fundó su propia empresa tecnológica.

"Podría ser una campaña de cerebritos", comentó Javier Aparicio, politólogo de Ciudad de México. Ninguna de las dos tiene un programa expresamente feminista, pero ambas son progresistas desde el punto de vista social.

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Sheinbaum tiene un mayor peso. Ha estado activa en la política desde su época de estudiante y formó parte del gobierno de López Obrador cuando fue alcalde de Ciudad de México a principios de la década de los 2000. Ganó la alcaldía, que es el equivalente a un puesto de gobernador estatal, en 2018.

Como es la protegida del presidente, los votantes tienen una idea más clara de lo que representa. Sheinbaum ha prometido continuar con la Cuarta Transformación de López Obrador, una mezcla idiosincrásica de políticas que incluye un aumento de las ayudas sociales y un fuerte respaldo a los combustibles fósiles.

En un acto de campaña celebrado el 27 de agosto, la candidata invitó a la multitud a corear “es un honor estar con Obrador”. Al igual que el presidente, es partidaria de frenar la independencia del órgano electoral y de que los consejeros sean electos.

Pero su tiempo como alcaldesa sugiere que se diferenciaría de López Obrador en varios aspectos. Es probable que adopte una estrategia tecnócrata para la creación de políticas públicas y sea menos agresiva en contra de sus críticos. Aunque Sheinbaum dice que no se desviaría de la política del actual presidente de apoyar a las empresas energéticas propiedad del Estado, "acelerará" la transición a las energías ecológicas.

Esa no ha sido una prioridad para su mentor. En sesiones privadas con empresarios, ella afirma que entiende su necesidad de certidumbre. Algo de lo que han carecido con López Obrador. También dice que quiere asegurarse de que los trabajadores se beneficien cuando las empresas extranjeras trasladen su producción a México para estar más cerca de Estados Unidos.

Gálvez, a quien la respalda una alianza de partidos que alguna vez fueron enemigos acérrimos, es menos conocida, pero no es una novata en política. Fue directora de la Comisión de Asuntos Indígenas durante el gobierno panista de Vicente Fox (presidente de 2000 a 2006) y es senadora desde 2018.

Y será una candidata difícil de enfrentar para Sheinbaum. La popularidad de Gálvez aumentó desde principios de junio, cuando López Obrador comenzó a atacarla en sus conferencias matutinas. Eso la convenció de contender por la presidencia. Miles se reunieron en la capital para verla en acción en un mitin el día que fue nombrada candidata.

"La gente se enamoró perdidamente" de Gálvez, aseguró Joy Langston del Colegio de México, una universidad capitalina. Se la considera una rebelde, en parte por su estilo: utiliza un lenguaje coloquial y promete un gobierno libre de huevones, rateros y pendejos.

También procede de una familia indígena pobre (en cambio, Sheinbaum es de clase media). Y sabe acaparar titulares. El año pasado entró a la legislatura disfrazada de dinosaurio para denunciar el plan de Morena de debilitar el órgano electoral, para señalar que haría retroceder al país a la era "jurásica".

Gálvez ha dicho que mejorará los servicios públicos, aunque aún no ha detallado cómo. Quiere crear una empresa estatal para desarrollar fuentes de energía verde y que los mexicanos sepan más sobre robótica e inteligencia artificial.

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La delincuencia será un tema importante. Dos tercios de los mexicanos encuestados afirman que la inseguridad es el peor problema del país, frente a un tercio hace tres años. Sheinbaum tiene una ventaja aquí: la tasa de homicidios de la capital ha disminuido con mayor rapidez que el promedio nacional, de 16 por cada 100.000 habitantes en 2018 a 8 en 2022.

Andrés Rozental, analista, opina que, para ganarse a los votantes, Gálvez debe fomentar una mejor comprensión de los problemas más importantes. Muchos mexicanos de clase media están resentidos con los partidos de la oposición por sus anteriores etapas en el poder.

Pero no quieren votar por Morena. "No me gusta Claudia, pero no confío en que Xóchitl tenga suficiente dominio de lo que se necesita para dirigir el país", comentó Gabriela Portilla, una maestra.

Ambas candidatas tendrán que trabajar en serio para financiar sus planes. Sheinbaum cree que puede evitar subir los impuestos si sigue luchando contra la evasión fiscal. Gálvez dice que ahorrará dinero eliminando los megaproyectos del presidente. Pero ninguna de estas medidas cubrirá el creciente costo de las ayudas sociales y las pensiones.

Además de elegir a un nuevo presidente, los mexicanos elegirán a los 500 legisladores de la Cámara Baja y a los 128 de la Cámara Alta en las elecciones de junio. Morena podría tener dificultades para mantener una mayoría simple, por no hablar de recuperar la mayoría de dos tercios que tenía antes de 2021. La presidenta también tendrá que demostrar su valía como negociadora.

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c.2023 Economist Newspaper Ltd, Londres 11 de septiembre, 2023. Todos los derechos reservados. Reimpreso con permiso.

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