El campamento, que en 2023 surgió en las afueras de Jacumba Hot Springs, una localidad del condado californiano de San Diego, estaba rodeado de montañas, autopistas y el muro fronterizo.

Cuando los agentes de la Patrulla Fronteriza venían a llevarse a la gente para procesarla, tenían que recurrir a la comunicación no verbal. “Siéntese si tiene pasaporte”. “Dé un paso al frente si viaja con niños”. Si los migrantes procedían de México y Centroamérica, como la mayoría, bastaba con el español. Sin embargo, entre los que acababan de cruzar a pie desde México había personas de China, India y Turquía.

Al parecer, el año pasado se batió el récord de inmigrantes detenidos en la frontera sur, y los republicanos del Congreso exigen reformas al sistema de asilo estadounidense a cambio de aprobar la ayuda para Ucrania. Ha sido difícil llegar a un acuerdo.

Un poco más desapercibida, la diversidad del campamento de Jacumba refleja un gran cambio en el número de personas que cruzan la frontera. En el año fiscal 2023, por primera vez, los migrantes procedentes de lugares distintos de México, El Salvador, Guatemala y Honduras constituyeron más de la mitad de todos los detenidos en la frontera.

Los venezolanos componen la mayor parte de este grupo. Pero el año pasado también cruzaron la frontera 43.000 rusos, 42.000 indios y 24.000 chinos, frente a los 4100, 2600 y 450, respectivamente, de 2021. Además, la frontera norte de Estados Unidos ha demostrado ser porosa. En total, unos 40.000 migrantes indios y chinos llegaron al sur desde Canadá el año pasado.

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Los migrantes siguen caminos diferentes hacia la frontera sur, dependiendo de su procedencia. Un análisis de Idean Salehyan y Gil Guerra, del Centro Niskanen, a laboratorio de ideas en Washington D. C., sugiere que la mayoría de los chinos vuelan a Ecuador, país al que pueden viajar sin visa, antes de emprender la larga y peligrosa travesía por el Tapón del Darién.

Los datos panameños confirman que el número de migrantes chinos que cruzan la selva aumentó de forma constante en 2023. En octubre, El Salvador empezó a cobrar impuestos a los viajeros africanos e indios en el principal aeropuerto del país. Los migrantes turcos en Jacumba habían volado a Tijuana y luego entraron a pie en Estados Unidos.

Ciertas nacionalidades tienden a agruparse en sectores fronterizos específicos. Los chinos y los rusos suelen cruzar cerca de San Diego y los indios, cerca de Tucson, Arizona. Los flujos migratorios evolucionan constantemente, afirmó Ariel Ruiz Soto, del Instituto de Política Migratoria, un grupo de expertos.

Él compara la frontera con un globo. Si aprietas un lado (por ejemplo, si aumentan las medidas de control en San Diego), el aire fluirá hacia otro (los migrantes se dirigirán a Tucson o El Paso). TikTok y YouTube están llenos de videos que les enseñan las rutas a los inmigrantes. “Una vez que las familias saben que su amigo o primo lo logró”, dijo Ruiz Soto, “es mucho más probable que se arriesguen”.

Las redes de contrabando han evolucionado para atender el aumento de la demanda. En los estados indios de Punjab y Gujarat, los anuncios pintados en las paredes e impresos en folletos prometen ayuda para trasladarse a Estados Unidos, Australia, el Reino Unido y Canadá: servicios de visado, admisiones en universidades y oportunidades de trabajo.

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A un avión chárter con destino a Nicaragua y lleno de migrantes indios se le prohibió despegar recientemente en Francia mientras las autoridades llevaban a cabo una investigación sobre trata de personas. Los turcos de Jacumba admitieron que le habían pagado a un coyote para que les indicara el camino hacia un agujero en el muro fronterizo. Los cárteles mexicanos también están diversificando sus actividades e introduciéndose en el negocio del tráfico de personas.

¿A qué se debe este aumento? Varias tendencias convergieron en 2023 para diversificar la migración ilegal hacia Estados Unidos. La guerra y la inestabilidad empujaron a la gente a abandonar sus países. El Servicio Familiar Judío de San Diego, que gestiona un refugio para inmigrantes, ayudó a más rusos que a ningún otro grupo, aparte de los mexicanos, en los casi dos años transcurridos desde que Rusia invadió Ucrania. El fin de la prolongada y represiva política de cero-COVID en China les permitió a los chinos volver a viajar internacionalmente.

Varios políticos republicanos han sugerido que China está enviando espías para infiltrarse en Estados Unidos. No es una locura desconfiar de posibles agentes que trabajen para los servicios de seguridad chinos. El año pasado, el Departamento de Justicia acusó a dos chinos que residían en Nueva York de gestionar una comisaría ilegal “para vigilar e intimidar a disidentes”.

Sin embargo, Salehyan sostiene que no hay pruebas de que los solicitantes de asilo, que se entregan voluntariamente a la Patrulla Fronteriza, tengan en mente realizar un sabotaje.

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Aproximadamente el 70 por ciento de las solicitudes de asilo de inmigrantes chinos entre 2003 y 2023 fueron aprobadas, lo que sugiere que sus razones para abandonar China eran en su mayoría creíbles.

De hecho, los datos ecuatorianos muestran que una parte desproporcionadamente alta de los migrantes chinos proceden de Hong Kong, donde se ha castigado la disidencia, y de Sinkiang, donde se ha perseguido a los uigures. Más que conspirar para socavar Estados Unidos, muchos parecen buscar la libertad.

Pero muchos emigrantes, probablemente la mayoría, tienen un incentivo económico para venir. Varios de los que se encontraban en el campamento de Jacumba dijeron que estaban hartos de esperar años para obtener una visa y que esperaban ganar más dinero en Estados Unidos que en su país de origen.

En diciembre, más de 300,000 personas que habían presentado solicitudes de visa para inmigrantes esperaban una entrevista. Los retrasos se deben en gran medida a la pandemia, que cerró los consulados y diezmó el personal. Y lo que es más importante, no hay visas suficientes para el número de personas que quieren venir. Sin embargo, la ampliación de las vías legales no ha formado parte, hasta ahora, de las espasmódicas negociaciones del Congreso.

Esta migración cada vez más global a las zonas fronterizas de Estados Unidos dice algo sobre la idea firme de que Estados Unidos es una tierra de oportunidades. Para muchos emigrantes de Jacumba no hay otro lugar por el que arriesgarían todo —su dinero, su seguridad— para poder llegar.

Cuando se le preguntó por qué no intentaba trasladarse a un lugar más cercano a Turquía, Selim Gok, un estudiante de 20 años, respondió con naturalidad: “Porque hablo inglés”.

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