Los empresarios estiman que diariamente pierden no menos de 20 millones de lempiras a causa de los llamados “apagones” o racionamientos en el servicio de energía eléctrica.

A juicio de exgerentes de la ENEE y de entendidos en el tema, el gran problema es que desde hace varios años no se invierte en los renglones de generación, transmisión y distribución.

Al término del año pasado, las pérdidas técnicas y las provocadas por el hurto de energía subieron de 34 a 36.7 por ciento, alrededor de 6,200 millones de lempiras.

La meta propuesta para un período de siete años, contados desde 2016, era de reducir las pérdidas desde 32 por ciento a una escala de 17 por ciento. Este desfase más bien se incrementó en cuatro puntos.

La principal razón de los perjuicios monetarios reportadas en 2022 y en los primeros meses de 2023 son las fallas en los sistemas de transformación y de distribución.

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El seis por ciento de las pérdidas eléctricas se originan, precisamente, en el sistema de distribución, porque no se ha dado mantenimiento a la red que ya está obsoleta.

Los funcionarios que dirigen la empresa sostienen que la mayor parte de las fallas que se presentan hoy día en el sistema se deben a la distribución y no a la generación de potencia.

Los informes de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica destacan, asimismo, que el robo o las conexiones clandestinas significan para la institución de servicio público un menoscabo de 8,000 millones de lempiras anuales.

En 2022 la generación de energía fue de casi 10,000 gigavatios-hora y la venta o facturación por consumo rozó 37,000 millones de lempiras. Los consumidores pagaron, en promedio, cinco lempiras con 80 centavos por cada kilovatio-hora.

Hasta febrero de 2023, el déficit acumulado de la estatal eléctrica subió a 76,241 millones de lempiras y los pasivos rondaron los 11,000 millones, más del 25 por ciento del Presupuesto de la República aprobado para este año.

La ENEE dejó de invertir en las áreas básicas; específicamente en la transmisión, el abandono data de 25 años. Las consecuencias están a la vista: la crisis de la institución se extiende desde las finanzas hasta su operatividad, la interrupción del servicio es más frecuente y con una duración de varias horas al día.

Los funcionarios de la entidad justifican que el tema se ha politizado y que es un caos heredado, a la vez que han negado la intención de realizar compras directas, no se deja de lado que en la presente gestión tampoco se ha hecho mucho para detener el derrumbe de la estatal eléctrica.

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