Los acumulados tendrán una reducción de 60 milímetros respecto a los dos o tres años recientes, ya que pasaría de 80 a nada más 20 milímetros de agua en promedio.

Los entendidos en cambio climático adelantaron que marzo y abril de 2023 registrarán temperaturas mucho más elevadas respecto a los dos años anteriores, un período en el que prevaleció La Niña.

Se prevé que la zona oriental sea la más afectada por las escasas lluvias con un impacto fuerte sobre la actividad agrícola y sus derivaciones en el abastecimiento de agua y en la seguridad alimentaria.

La mitad de los municipios del país, en su mayoría situados en el Corredor Seco, han sido perjudicados en la década reciente por la falta de lluvias, como resultado directo de la tala y quema del bosque y del calentamiento del planeta.

Las canículas sostenidas han traído como consecuencia una drástica disminución o pérdida de los cultivos de maíz, frijoles, arroz, palma africana y caña de azúcar, además de un severo impacto en la ganadería.

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Como antecedente se puede citar que cinco u ocho años atrás, cuando también las condiciones climáticas estuvieron dominadas por El Niño, se puso en vigor la declaración de emergencia que -al menos en el papel- pretendía levantar un diagnóstico de la situación de cada municipio, poner a disposición recursos para proyectos de riego y la distribución de insumos y de alimentos entre la población en peligro alimentario o hambruna.

Históricamente, los departamentos mayormente golpeados por la sequía y la escasez de alimentos han sido Comayagua, Francisco Morazán, Lempira, Olancho, Valle, El Paraíso y La Paz.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), estimó hace casi una década que en los años de sequía no menos de 850,000 personas, entre ellas casi 200,000 niños, resultaban afectadas cada año por la sequía, a causa de la pérdida de la cosecha de granos básicos.

Hoy día, los agricultores se quejan por la falta de asistencia técnica, y porque el campo sigue olvidado, aún en tiempos mucho más difíciles caracterizados por la ausencia de un programa de asistencia del Gobierno, la disminución progresiva del área cultivada y una subida estrepitosa en el valor de los insumos que -a su vez- es ocasionada por factores externos como la confrontación bélica entre Rusia y Ucrania.

Por ahora no se ha planteado propuesta alguna para enfrentar la emergencia que se avizora por la inclemencia del tiempo y su impacto en la disponibilidad de agua y en las condiciones para los quehaceres del campo.

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